Artículo extraido de El País (10/11/2017)

La empresaria y emprendedora en serie comparte sus experiencias y da algunas claves para triunfar en un mundo globalizado donde la tecnología lo impregna todo

Subió a la cima. Lo perdió todo. Fue una sintecho. Se hundió. Y volvió a la cima. Esta vez más alto. Del Kilimanjaro al Everest. Ingrid Vanderveldt, emprendedora y empresaria estadounidense del sector tecnológico, ha saboreado las mieles del éxito y el amargo fracaso. Sus peores temores se hicieron un día realidad y consiguió salir del fango con ayuda de sus allegados pero, sobre todo, con voluntad y determinación propias. Las mismas que le llevaron a crear el movimiento global Empoderando a un billón de mujeres para 2020 (EBW2020, por sus siglas en inglés).

Traté de ser un hombre en un mundo de hombres. Por supuesto, no funcionó.

Vanderveldt es fundadora de MintHER y de Vanderveldt Global Investments, cofundadora del Club de las Chicas Billonarias, creadora del programa televisivo de la CNBC American Made y miembro del Consejo Global de Emprendedores de la Fundación Naciones Unidas, entre otros cargos. Obtuvo en 2015 el Premio a la Excelencia en Emprendimiento de Forbes y es considerada superconectora número 1 y una de las 55 mujeres más influyentes del mundo en Twitter. Fue la primera emprendedora residente de Dell, una figura que ella misma se inventó para conseguir lo que quería: el apoyo de la multinacional tecnológica para su iniciativa EBW2020.

 A su paso por Impact Hub Madrid para participar en un evento coorganizado por la Embajada de Estados Unidos, EL PAÍS RETINA tuvo ocasión de entrevistarla y de comprobar que, lejos de estar endiosada, transmite cercanía, vitalidad y una tremenda energía (a pesar del jet lag).

Echando la vista atrás, ¿dirías que hay alguna clave para el éxito?

Ha sido un largo camino que siento que aún está empezado. Pero diría que lo que me ha permitido llegar hasta aquí son sobre todo tres cosas: una es que he tenido grandes mentores, empezando por mis padres. Ellos siempre nos me han alentado a creer que podríamos alcanzar cualquier cosa que tuviéramos en mente. Otra clave ha sido y es trabajar muy duro en cada paso de mi carrera. La tercera: aprender de todos los errores que he cometido, algunos de ellos terribles. He tratado de usarlos para hacerlo mejor en las siguientes ocasiones. Pocas personas en el mundo emprendedor comparten sus fracasos, cuando estos son precisamente lo que te hace aprender y llegar al éxito. También diría algo que aprendí de mi primer mentor a nivel profesional, George Kozmetsky. Él me dijo que los únicos obstáculos que tendría por ser mujer serían aquellos que me impusiese yo misma. Por lo que, en lugar de autolimitarme y gastar mi tiempo intentando resolver contrariedades menores, empecé a pensar a lo grande: en los problemas más desafiantes y en las mayores oportunidades. Con este punto de vista, diría que es casi más fácil resolver retos muy muy grandes que asuntos menores. Por eso me fijo grandes objetivos.

Como por ejemplo…

La iniciativa EBW2020 (risas).

¿Se deduce entonces que ser mujer no te ha condicionado?

No me ha condicionado en cuanto a fijarme metas pero hay factores externos que me han afectado por serlo. Por ejemplo, en mi primer intento de conseguir dinero para un proyecto, los inversores a los que acudí me dijeron que el emprendimiento no era cosa de mujeres. Así una vez tras otra. No me lo podía creer. Así que traté de ser un hombre en un mundo de hombres. Por supuesto, no funcionó. Es un error renunciar a nuestra condición femenina.

A menudo se critica esa forma de ver la vida del “si quieres, puedes”, algo edulcorada por la visión estadounidense de la tierra de las oportunidades donde cualquiera puede alcanzar su sueño.

Lo entiendo perfectamente. En Estados Unidos vivimos una explosión de la cultura emprendedora. No sería justo por mi parte decir que no reconozco la diferencial ventaja de haber crecido en una cultura que apoya todo esto. Pero, dejándolo a un lado, creo firmemente que si alguien quiere realmente lograr algo, se compromete en serio y pone todo su esfuerzo en ello, encuentra un gran mentor o mentora y se rodea de personas que le puedan servir como sistema de soporte y construyen un buen plan juntos, logrará hacerlo realidad. Es importante no detenerse en nimiedades y pensar siempre en ir un paso más allá. He pasado mi carrera haciendo cosas que la gente diría que son imposibles.

Ingrid Vanderveldt
Ingrid Vanderveldt Pablo Monge

Eso nos lleva de nuevo al proyecto EBW2020. ¿Por qué este reto y no otro?

Es algo que siento que debo hacer, que es mi misión. Creé un fondo de inversión dirigido a mujeres y ninguna se postuló. De hecho, sí lo hicieron algunos hombres, aunque ponía bien claro que el dinero era solo para emprendedoras. Entonces me di cuenta de que el primer paso era empoderarlas para llegar hasta ahí.

Por otro lado, desde una perspectiva más práctica, es parte de mi compromiso con un futuro sostenible para todos. Crear un mundo donde hay igualdad de oportunidades en el marco de sociedades económicas positivas. No hay más que ver lo que ha pasado cuando a las mujeres nos han dado una oportunidad. Estamos muy excitadas de haberla conseguido finalmente y muy agradecidas, aunque no se lo debamos a nadie. Por eso, cuanto más conseguimos, más devolvemos a la comunidad. Es lo que diferencia a la mujeres emprendedoras: reinvertimos los beneficios en nuestro entorno. Concretamente, un 90% de lo que ganamos va a parar a nuestras familias y comunidades y, en última instancia, a un mundo más sostenible. Por eso mi empeño cada día es empujar a las mujeres a alcanzar el éxito, porque con él crean más éxito a su alrededor.

Dices que la tecnología puede ser de mucha ayuda en este camino. ¿Cómo?

Por su capacidad de nivelar, de actuar como herramienta igualadora del campo de juego. Esto facilita el éxito, ya que permite trabajar con personas de todo el mundo sin importar su sexo, su aspecto físico o cómo vista. Las personas que están creando valor -cosas importantes- quieren trabajar con otros grandes pensadores. Les importa la creatividad y la eficiencia y no otras cualidades accesorias. Y la tecnología permite conectarlo todo. No puedes crear un negocio hoy en día que no sea internacional si está de alguna manera relacionado con la tecnología. Esta abre el mundo a gente que nunca antes había tenido acceso a ella.

Por otra parte, también empodera en el sentido de que facilita la autosuficiencia y el acceso a las oportunidades. Por ejemplo, si una mujer en África puede gestionar sus finanzas desde su móvil y acceder a un crédito sin depender de otras personas, de un medio de transporte o de un complejo proceso burocrático, podrá comprarse una vaca, o una casa, o lo que le haga falta para seguir creciendo. Esto cambia literalmente comunidades y culturas.

Aseguras que la diversidad y la sostenibilidad son claves para alcanzar el éxito en los negocios.

Las personas y compañías que están ganando la carrera mundial de los negocios son las que más apuestan por la diversidad. Tanto esta como la inclusión son críticas para las organizaciones que quieren atraer y retener el mejor talento. Un estudio del Instituto Tecnológico de Masachusetts (MIT) demuestra que combinar espacios que previamente fueron solo de hombres o solo de mujeres y hacerlos diversos puede aumentar un 41% los ingresos debido a que son más productivos. Las compañías inteligentes no son ajenas a esto.

Por otra parte, si quieres crear un negocio sostenible a largo plazo es crítico implicar a mujeres en el proceso de toma de decisiones. Se gasta mucho dinero en crear y diseñar productos para mujeres que no nos tienen en cuenta y son un auténtico fracaso. Según datos de la Asociación Estadounidense de Marketing, un 91% de las mujeres cree que los anunciantes no las entienden. Y si no te sientes comprendida no vas a comprar sus productos, ni a votar a su partido, si aplicamos esto a la política. Por el contrario, un 77% compraría un producto o servicio si cree que una compañía está tratando de forma auténtica de ayudarlas y un 80% asegura su fidelidad a las marcas que efectivamente lo han hecho, según el Consejo Nacional de Empresas de Mujeres de EE UU (WBENC). Mirémoslo así: los negocios son los negocios. Es una cuestión de dinero. Y las mujeres damos dinero.

Has fundado un club de chicas billonarias. ¿Crees que las personas que acumulan mayor riqueza deben contribuir al cierre de brechas como la digital y a reducir la desigualdad?

Sin duda. Creo que es horrible ver que hay gente que tiene recursos y no los está usando para marcar una diferencia. Porque, a fin de cuentas, de eso va la vida. Es una obligación para quienes hemos tenido la posibilidad de llegar hasta ahí y hemos tenido recursos para ello. Es crítico. Hace unos años Jason Silva redefinió el término billonario: la idea es que no se trata de ganar un millón de dólares sino de cómo una persona crea valor con potencial de tener un impacto billonario en términos de personas. Eso es lo que en última instancia va a cambiar el mundo.

Como inversora, ¿por qué tecnologías apuestas?

Por todo lo que tenga que ver con el internet de las cosas (IoT) y de su combinación con las tecnologías financieras (fintech), con el vídeo móvil (un 75% del tráfico todos los datos móviles para 2020 provendrá del vídeo), con el big data aplicado a cualquier tipo de negocio, con los wearables y la ropa inteligente… Y también con el espacio. Además de un puñado de niños ricos haciendo juguetes para adultos hay personas como Laetitia Garriot de Cayeux, fundadora de Escape Dynamics, trabajando muy en serio para democratizar los viajes espaciales.

En general, sea cual sea tu sector o tu proyecto, en algún punto está conectado con la tecnología. Mi consejo es: piensa cómo conectar con ella porque eso lo hará más escalable y generará más beneficios e impacto.